* "La violencia de esta campaña y la fractura social que ha provocado en el Reino Unido y en Europa nos obliga a afrontar la realidad: Europa va encaminada al fracaso si no actuamos"
No tengamos miedo en decirlo: con el Brexit, este jueves
23 de junio 2016 ha
sido un día negro para la solidaridad.
Una mayoría exigua de británicos ha decidido que el Reino
Unido debía terminar con 43 años de participación ambigua en el proyecto
europeo. Por desgracia, ha ganado el discurso del aislamiento, de la xenofobia
y del rechazo al otro, empezando hacia el inmigrante. Hoy son todas las
extremas derechas europeas (Frente Nacional, Liga Norte, etc.), quienes se
frotan las manos y desean un efecto dominó para romper el sueño europeo.
Aunque lo primero que se podría romper es Reino Unido.
Además de una fractura generacional preocupante ( el 64% de los jóvenes entre 18-24 años y el 45% entre los 25-44 años votaron
a favor del Remain), Escocia e Irlanda del Norte, que han votado masivamente a
favor de la permanencia, podrían pedir un nuevo futuro fuera de Reino Unido y
dentro de la UE.
Pero la violencia de esta campaña y la fractura social
que ha provocado en el Reino Unido y en Europa nos obliga a afrontar la
realidad: Europa va encaminada al fracaso si no actuamos de forma decidida para
cambiar de rumbo.
Debemos, de forma urgente, volver a dar sentido y un alma
a la Unión Europea. La integración europea ha supuesto sesenta años de paz,
libertad y estabilidad, rompiendo con las fronteras internas. Sin embargo, y al
mismo tiempo, la primacía de los mercados, la ideología neoliberal y
productivista, la opacidad y la tecnocracia, los dobles discursos nacionales y
europeos, el poder desmesurado de los lobbies y de las finanzas, el crecimiento
por el crecimiento y los egoísmos nacionales han favorecido la desesperanza, la
pérdida de confianza en las instituciones y la falta de horizonte. Y los
extremistas y xenófobos construyen sus éxitos en base a este caldo de cultivo
explosivo y la incapacidad actual de reconstruir un proyecto común y solidario.
Empezando por los gobiernos europeos, todos debemos
ponernos a trabajar inmediatamente de forma conjunta para sentar las bases de
una nueva Europa más unida, justa, solidaria y sostenible si queremos recuperar
la confianza de la ciudadanía y transformar Europa en una emoción deseable y
positiva. Una Unión Europea al servicio de su ciudadanía, abierta, tolerante,
orgullosa de sus conquistas sociales, unida para luchar contra la desigualdad,
terminar con la austeridad, cesar el poder de las multinacionales y del
corporativismo, dar una respuesta solidaria a las personas refugiadas,
mutualizar las deudas y afrontar la amenaza del cambio climático.
Ahora, la elección está entre los repliegues
nacionalistas o la refundación del proyecto europeo. No podemos hacer como si
nada hubiera pasado. Debemos repensar la Unión Europea. Y debemos hacerlo con
más democracia y transparencia. Para ello, es hora de abrir un verdadero
proceso constituyente en manos de la ciudadanía. Es hora de volver a soñar.