El accidente del submarino "HMS Ambush" vuelve a mostrar la falta
de transparencia del Gobierno Británico y el peligro para la
población y el medio ambiente.
Ajenos al riesgo que surca sus
aguas, miles de turistas disfrutan estos días en las playas de las costas
andaluzas del Estrecho. Se trata de una zona especialmente rica en fauna
marina, el avistamiento de grandes cetáceos es habitual y las viejas almadrabas
siguen pescando el preciado atún rojo. Sin embargo, es también un lugar de
intenso tráfico marítimo, que incluye buques de propulsión nuclear: los temidos
submarinos nucleares.
El submarino nuclear británico HMS
Ambush colisionó ayer contra un barco mercante en la bahía de
Algeciras. Este accidente ha vuelto a poner de manifiesto el peligro que supone
el tránsito continuado de buques de propulsión nuclear en la zona del Estrecho
de Gibraltar. El HMS Ambush es del tipo de submarinos
nucleares mas moderno de la Armada Británica, de la clase HMS Astute. Sin
embargo, lleva dando problemas desde que comenzó a operar. A pocos días de su
botadura en 2013 fue fotografiado expulsando grandes cantidades de vapor a la
atmósfera, aunque al igual que hoy, la Armada Británica quitaba importancia al
incidente. Al parecer estos submarinos están dotados de los mejores
"sensores del mundo", lo cual hace aún más preocupante el accidente,
ya que incluso en las teóricas mejores condiciones de seguridad la colisión se
produce, como hemos visto.
Los submarinos nucleares se
caracterizan por estar propulsados por un reactor nuclear. Llevar un reactor
nuclear les dota de una enorme autonomía de operación, pero supone un riesgo
inaceptable para la población y el medio ambiente marino: un escape nuclear
tendría consecuencias similares al de una central nuclear convencional,
afectando a una amplia zona alrededor del reactor accidentado. Además del
reactor nuclear, estos buques están dotados de torpedos y misiles nucleares
Tomahawk, lo cual hace aún mayor el riesgo.
El peligro nuclear, por tanto, es
inherente a este tipo de buques que desgraciadamente navegan de manera
rutinaria por el Estrecho. El riesgo que estos submarinos nucleares entraña
para las personas y el medio ambiente de la región es evidente y se pone de
manifiesto cada vez que ocurre un incidente como el que se ha vivido en las
últimas horas. No se trata de una cuestión menor: un accidente que afectara al
reactor nuclear del buque podría suponer la emisión al medio ambiente de
sustancias radiactivas altamente peligrosas, sin ningún control. Sería la ruina
absoluta para toda una comarca.
La flota de submarinos nucleares
británica tiene su base en Gibraltar. Desde el puerto gibraltareño operan de
manera rutinaria estos buques, que van y vuelven al Peñón de las zonas de
conflicto en el Mediterráneo. Los incidentes se repitan con cierta frecuencia.
La bahía de Algeciras es una zona peligrosa para la navegación marítima. Gran
número de buques que cruzan el Estrecho aprovechan la escala para repostar, a
través de la polémica y contaminante sistema de bunkering (repostaje
de barco a barco). El gran número de buques fonderos supone un peligro
adicional para la navegación, y no es tranquilizador saber que a ello hay que
sumar el trasiego de submarinos nucleares británicos.
Las organizaciones ecologistas de
la zona han contabilizado una cincuentena de visitas de submarinos nucleares
desde el año 2000, año en que el submarino HMS Tireless fue
reparado en Gibraltar generando un entero rechazo social. El Gobierno británico
ha ignorado tradicionalmente las críticas y la preocupación que la presencia de
estos buques despierta en la población del campo de Gibraltar. La falta de
transparencia que acompaña a sus operaciones hace que sea muy difícil valorar
exactamente la magnitud del problema. En todo caso, ante este tipo de accidentes
la respuesta siempre es la misma: muy poca información. El Gobierno británico
ignora también cualquier crítica del gobierno español.
Está por ver si el Brexit tiene
algún impacto en la presencia de buques nucleares en Gibraltar. De hecho,
debería tenerlo ya que la excusa de la defensa europea para justificar su
presencia ya no sirve en el momento actual. En todo caso, el riesgo es
demasiado alto, y no debemos permitir el constante trasiego de buques nucleares
en el Estrecho. Quizás hoy no haya pasado nada, pero es sólo el penúltimo
accidente.
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