Paseo por una pedanía preocupada por la dejadez y el olvido
La tarde estaba fría, como corresponde a casi todas las tardes de enero. Un frío seco con aroma de tortas de San Antón proporcionaba una atmósfera recia a la visita a la Alameda de Cervera. El grupo de personas que marchábamos desde Alcázar nos reunimos allí con algunas vecinas que nos acogieron con su acostumbrada amabilidad y nos enseñaron el estado de las instalaciones públicas de su pedanía: el parque, el alumbrado inestable, la pista de deportes, el entorno del puente medieval... y con ellas conocimos de primera mano el estado real de las calzadas y aceras y de los árboles, algunos de ellos se han enseñoreado del terreno que ocupan y crecen sin demasiado mantenimiento.
El
alcalde pedáneo nos acogió muy amablemente en el bar que regenta y estuvimos
charlando y cambiando impresiones con él en cercanía. La conversación fue
muy agradable y pudimos comprobar cuántas son las posibilidades que ofrece
Alameda a Alcázar de San Juan y cuánto podemos mejorar la relación entre la
localidad y la pedanía.
La tarde fue provechosa por lo que tuvo de
intercambio de experiencias y de charla sosegada. Ver sobre el terreno los
problemas que tiene, la Alameda de Cervera y sus potencialidades, nos hizo
recapacitar sobre nuestra poca aportación en esta legislatura a su
transformación. Nos ratificamos en que La Alameda de Cervera tiene margen de
crecimiento industrial y, sobre todo, de cuidado de su patrimonio histórico, que lo
es también de nuestra localidad, por lo que puede ser un atractivo turístico importante para Alcázar de San Juan. Si la Alameda se cuida, todos ganamos.
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