Los jóvenes y la política
ARTÍCULO DE OPINIÓN DE MARTA BARRILERO CONTRERAS, candidata número 13 de EQUO a las elecciones municipales de 2019
La problemática que implica la
poca participación de la juventud española es una consecuencia de las políticas
que se han llevado a cabo en España durante la última década, incluso algunos
años más atrás.
Involucrar a los jóvenes en las
elecciones ya sean regionales, locales, nacionales, estatales o europeas, no es
un medida (o no debería ser) de campaña para las mismas. Uno de los principales
problemas es pensar en el sector joven una vez cada cuatro años, cuando toca
que visiten las urnas para llenarlas de papeles que para ellos no tienen un
significado tangible. Implicar a la juventud significa hacer inversiones reales
en proyectos sociales y proyectos participativos que impliquen a toda la
comunidad, que los impliquen a ellos dándoles información, educación y poder de
decidir real sobre las opciones/soluciones de futuro que hoy por hoy no es nada
acogedor.
Es fundamental que la juventud se
implique en política, ya que esos políticos que están en el poder van a tomar
decisiones que van a afectar a su futuro, tanto económicamente con las
decisiones que se tomen (o no) sobre el empleo, inversiones i+d, como a nivel
familiar, subvenciones para la creación de empresas, proyectos de integración,
becas, ayuda a la dependencia, las políticas medioambientales, sanitarias…y un
largo etcétera., Como socialmente: la imposibilidad de encontrar un trabajo
estable te deja a merced de la arbitrariedad de contratos precarios, que
imposibilitan el asentamiento y la estabilidad familiar Pero, ¿Qué está
sucediendo? ¿Por qué hay tanto desinterés?
La juventud se ha desactivado
políticamente, no hay una educación imbuida en el compromiso social o
participativo, fruto de seis reformas educativas que han afectado a la
educación de nuestro país. No hay una educación para la ciudadanía real, no nos
implicamos con el medio rural, con el medio social. Hoy en día este
individualismo generado por la falta de inversión en educación se ve afectado y
acrecentado por la rapidez con la que la tecnología ha crecido en los últimos
años, con la importancia que se dan a las redes sociales, las relaciones y la
aprobación cibernética por el número de “likes” que le dan a tu foto de
Instagram, tu twit o el número de seguidores.
Estos nuevos modelos sociales que
se han creado crecen, se desarrollan y cambian más deprisa que nunca antes en
la historia y la importancia al individuo contra el colectivo (incluyendo a la
sociedad, el entorno) confrontan con las necesidades reales que necesitamos
para mejorar nuestra calidad de vida en el “mundo real”. El problema es que el
propio sistema político ha incrementado y puesto barreras a la gente joven para
comunicarse continuamente, alimentando esa mentalidad individualista.
El sistema ha dejado de premiar
la excelencia y parece que solamente beneficia desparrames y abusos políticos.
La gente joven no tiene una vía para solventar las diversas precariedades a las
que se enfrenta, ya sean: aumento de tasas universitarias, dificultad de
encontrar trabajo, contratos precarios y abusivos, poca estabilidad económica
para formar una familia, poca liquidez económica para comprar una
casa/piso…etc. Se sienten desamparados por el estado a muchos niveles, y la
consecuencia más directa es el poco interés y desidia que generan los partidos
políticos, ya que nunca piensan en soluciones a largo plazo, sino en soluciones
nada realistas que se plantean efímeramente en campaña, que es cuando se
necesita asegurar el asiento.
Ahora mismo, una persona que se
ha formado, a cualquier nivel, pero pongo mi ejemplo, de manera universitaria,
con una licenciatura, dos master y tres idiomas, se las ve y se las desea para
encontrar un puesto o una oportunidad. Es muy duro, no sólo a nivel personal y
emocional tener que vivir con la idea de que tus ocho años de estudio no han
servido para nada, ya que te encuentras con x años con cero oportunidades y
ningún respaldo estatal. Y diariamente vemos por televisión gente con formación
“dudosa” que viven una vida que nos parece lejana, casi irreal, puesto que
nosotros con todo nuestro esfuerzo y el de la gente de nuestro entorno jamás
podremos salir de las expectativas mediocres que han generado los mismos que
nos pedían nuestro voto. No hay contacto entre el político y la ciudadanía.
¿Cómo vas a incentivar con tu
discurso a los jóvenes que ahora mismo se encuentran en la Secundaria o el
Bachillerato y han visto cómo sus hermanos/primos han trabajado duro para tener
un empleo y se encuentran con una precariedad laboral que les hace perder la
esperanza en el futuro?
En el estrado político que nos
sirven los medios de comunicación no hay partidos que se hagan eco de las
demandas de este sector. Actualmente hay más de 3000 partidos registrados en
España, pero en los medios de comunicación aparecen siempre los mismo porque no
interesa cambiar este modelo cómodo de eludir la realidad que afecta a millones
de jóvenes. Esta desinformación genera desinterés y el desinterés genera la no
participación de un sector que puede, con su voto, desequilibrar la balanza de
poder tan bien establecida y asentada en la última década.
Por supuesto esto implica que
haya una mayor despoblación en zonas rurales, familias que han pagado mucho
dinero y han invertido todo su esfuerzo en formar a sus hijos, pero que no se
quedan, sino que todo lo invertido se va a ciudades grandes como Madrid,
Barcelona o al extranjero. En las zonas rurales la inversión en empleo es
paupérrima, tenemos una de las tasas de natalidad más baja del mundo, no ha
sido tan baja desde la Guerra Civil, la “fuga de cerebros” no es un cuento para
no dormir, es real.
Debe haber una iniciativa real,
debe articularse un nuevo lenguaje, una nueva retórica política para implicar a
los jóvenes en la participación, con el que se puedan empezar a asentar las
bases de una nueva política y de un modelo que se adapte a las necesidades
sociales de los diferentes colectivos/minorías/grupos/.
Pero para ello deben de empezar a
quitarse esas barreras que tan cuidadosamente pusieron, como la Ley Mordaza,
trabas administrativas que disuaden a la gente de manifestarse o convocar
manifestaciones, recurrir al insulto político y a la humillación personal para
desacreditar la disparidad de opiniones. Por no mencionar la dificultad e
imposibilidad de votar cuando estás en el extranjero “Voto rogado” o como tuve
que votar yo, “dona tu voto” ¿Pero qué país hace a una persona rogar por un
voto? ¿En qué clase de bufón se ha convertido la democracia española?
Cuando quiten todas esas barreras y quieran comenzar
una comunicación real, entonces los jóvenes empezarán a implicarse en política.
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